viernes, 4 de febrero de 2011

Arqueología Aeronáutica
















(DC-3 capturado en Cuautitlán Izcalli,

Estado de México, diciembre 2010)


Arqueología Aeronáutica

Muchas veces pasamos de frente sin detenernos a ver los pequeños detalles que acompañan nuestro andar y en esos rápidos vistazos que se nos presentan aparecen objetos, edificios, monumentos, etc., que obligan a tomarse algún tiempo para admirarlos, de esta manera, más de uno ha descubierto sin querer algún motivo que bien vale la pena analizar.

Hace poco al navegar por la red leí una nota, misma que hacía mención a la situación de los aeropuertos, particularmente del AICM (Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México), ya que sumado a su larga lista de problemas, se debe añadir su función como cementerio de aviones.

En el trabajo presentado por Armando Contreras se menciona que algunos [aeropuertos] se han convertido en los llamados cementerios de aviones, por la razón de que ahí se albergan aeronaves que fueron abandonadas por sus dueños por su mantenimiento que llega a ser incosteable.[1] Cierto, en la mayoría de los aeropuertos del mundo, México por supuesto que está incluido, existe un espacio destinado para albergar aeronaves accidentadas, con problemas legales o que simplemente han excedido su tiempo de vida.

Pero este problema en ocasiones suele ser un espacio lúdico, sobre todo en un país como el nuestro, ya que muchas veces la presencia de estas máquinas en tierra ofrecen la oportunidad acercarse a conocerlas, principalmente para aquellos que nunca han tenido la oportunidad de volar.

Menciona en su apunte el periodista Contreras: En el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), existen un total de 50 naves, muchas de ellas se encuentran en juicio y sin volar desde hace 10 años.[2] De estos aviones podemos conocer quien fue su último operador: Allegro, Aerolíneas Internacionales, Aerocalifornia, Fuerza Aérea Mexicana y aeronaves particulares.

Ahora bien, esta especie de “museo” llama poderosamente la atención ya que más de uno acude a los linderos del AICM a tratar de ver y si la ocasión lo permite de retratar, estos equipos. Desafortunadamente las restricciones por parte de las autoridades hacen que este último punto no se logre. Ante ello el público en general, que insisto, muchas veces no tiene acceso a este medio de transporte acude a otros espacios para deleitar la vista y la imaginación con aeronaves.

Es el caso del MUTEC (Museo Tecnológico) perteneciente a la CFE (Comisión Federal de Electricidad) que aunque mal cuidados y en franco deterioro, conserva ciertos especímenes, algunos de ellos de fuerte arraigo para la historia de la aviación internacional. Es el caso de su bombardero B-25 y su DC-3, que en algún momento fueron empleados en la Segunda Guerra Mundial y al término de esta se convirtieron en aeronaves civiles; particularmente el B-25 dejó de ser un avión de guerra para convertirse en un carguero, muy posiblemente al servicio de la Fuerza Aérea Mexicana.

Así también para aquellos que gustan de echar una revisadita a las revistas en las tiendas o puestos de periódicos, pueden tener la suerte de toparse con una que otra publicación especialista en este tópico.

Es el caso de la revista América Vuela, en la que el Cap. Héctor Dávila, ha dado cuenta de de diferentes aviones que están abandonados, desguazados y en casos muy raros postrados en un pedestal bajo un ejemplar nivel de conservación. Gracias a este ejercicio la comunidad puede apreciar y dar el valor debido a la cultura aeronáutica.

De esta manera en su publicación se han exhibido aviones perdidos completamente en la inmensidad de ciudades como la de México, gracias a ello, estos equipos han vuelto a ver la luz y tal vez nunca más volvamos a poder apreciarlos. Es el caso de un B- 25 abandonado en el parque de San Juan de Aragón, que sin más datos únicamente estaba ahí como chatarra.

De igual manera aeronaves de mayor importancia por su participación en eventos relevantes, han tenido un espacio en esta revista y gracias a ello se puede indagar y rescatar datos sobre la historia aeronáutica de nuestro país, podemos citar entre otros el B-24 empleado por Pedro Infante, el DC-3 “El Mexicano” primer avión presidencial, los P-47 que participaron en la segunda guerra mundial.

Y la pregunta obligada es: ¿y estos vestigios de aviones de que o para que nos sirven?; desafortunadamente nuestro país no tiene una valoración correcta del pasado, sea cual sea el caso, ya que si se trata de una pirámide precolombina, poco importa que está sea saqueada y en algunos casos devastada, sin importar el motivo. Mismas circunstancias ocurren con obras de incalculable valor de los periodos virreinal, decimonónico y del siglo XX.

Es justamente a este último al cual debemos voltear para ver y valorar lo que estamos dejando perder, ya que arquitectura, infraestructura, maquinaria, obras de arte, etc., han sucumbido por negligencia, ignorancia desinterés tanto de autoridades como de la sociedad en general.

Mencionemos por ejemplo el ferrocarril, que fue todo un ícono de los siglos XIX y XX, ya que abrió el paso al comercio, agilizó la comunicación y el traslado de personas y carga a lo largo y ancho del país. Su importancia fue vital para la sociedad de los siglos pasados, a tal grado de convertirse en el motor del movimiento revolucionario de principios del siglo XX.

Social y culturalmente el papel del ferrocarril se arraigó en la población fuertemente, desafortunadamente por los elementos ya bien conocidos (corrupción, alto costo de operación y mantenimiento, etc.), sumado a la falta de un desarrollo integral de su infraestructura, sirvió para que este medio de transporte desapareciera, no obstante su agonía fue gradual, ya que poco a poco perdió rutas, sufrió graves accidentes y fue boicoteado hasta su fin.

En una sinopsis de su extinción, podemos mencionar como primeramente se perdió el transporte de pasaje y posteriormente el servicio de carga, se entregó a la inversión privada, para de ahí pasar a ser un “muerto viviente”.

Afortunadamente ante esta muerte anunciada, se conformaron pequeños círculos de ex trabajadores, aficionados y expertos, que mantuvieron a resguardo el gran bagaje cultural que este medio de transporte dejó; gracias a ello se logró preservar testimonios, documentos, objetos y piezas, que permiten dar luz sobre el papel de este medio de transporte en nuestro país.

De esta manera, la preservación de la memoria histórica de este medio de transporte esta, por decirlo de alguna manera asegurada, permitiendo con ello que en un futuro se siga teniendo presente la importancia y legado del ferrocarril.

La presencia de este tipo de organizaciones, acervos, colecciones, etc., contribuye a diferentes áreas de interés, ya que la sola presencia de un sofisticado medio de comunicación y transporte determina los alcances que en materia de progreso puede tener un país. Así lo demostró el ferrocarril, ya que hasta la conseja popular lo menciona “… a donde llegaba el tren llegaba el progreso…”

Ahora bien en geografías tan complejas como la de nuestro país el serpenteo de las vías férreas y posteriormente de las carreteras se convierte en testimonio de las necesidades de comunicación, claro que no es lo mismo comparar el tendido ferroviario de México al de otros países.

Pero a pesar de las constantes crisis, invasiones, inestabilidades políticas y sociales, nuestro país consiguió un avance considerable en materia de transporte y aun cuando tenemos un pobre sistema de comunicación vía terrestre, podemos utilizarlo como referencia para diferentes periodos de la historia. Ahora bien sin al paso de siglo y medio (aproximadamente) el ferrocarril logró dejar testimonio y ser un interesante tema de análisis, ¿Qué paso con la aviación?, quien lleva un siglo de presencia en nuestra nación e históricamente tiene episodios de alta relevancia para la aeronáutica internacional. Por ejemplo en 1911 un jefe de estado abordó un avión por primera vez en la historia, también en 1914 se efectuó el primer bombardeo aeronaval del que se tenga noticia, finalmente el Ing. Juan Guillermo Villasana desarrolló un helicóptero antes de 1950.

Estos factores sumados a otros que están perdidos en los anales del tiempo son, digo yo, factor suficiente para considerarlos como objetos historiables, no obstante en este rubro hemos perdido la atención totalmente, únicamente aquellos que están fuertemente vinculados con el sector, mantienen un lazo con la historia, acervos, bibliografía y demás fuentes para el estudio histórico de la aviación.

Los vestigios que existen de esta actividad se reducen a unos cuantos equipos que están en apartaderos, depósitos de chatarra o en algún monumento o museo y constituyen el único rastro “fósil” de nuestra aviación.

A la gran mayoría le agrada ver pasar los aviones de la Fuerza Aérea Mexicana, otros tantos siguen con algún interés la situación Mexicana de Aviación o algún acontecimiento que vincule la vida aeronáutica con la sociedad en general, surge por ello el cuestionamiento: ¿porqué esta actividad no ha conseguido tener el peso que el ferrocarril tuvo al paso de estos últimos años?

Ahora bien si e progreso técnico y tecnológico en materia de transporte se convierte en la carta de presentación de un país, debemos voltear a ver el estado de nuestra aviación, ya que el nivel industrial es casi nulo, debido a que lo único que producimos es el ensamblaje de piezas para compañías norteamericanas o canadienses.

México a principios del siglo pasado y hasta la segunda o tercera del mismo, fabricó aviones de buena calidad; posteriormente fue víctima de la pujante industria americana y como en otros casos paso a ser dependiente de los excedentes de producción o de las piezas de reaprovechamiento que le sobraban al vecino.


(C-46, desguazado en la BAM 1 Santa Lucia, Tecamac, Edo. de México, 1997)

Con lo cual nuestra incipiente industria se desapareció, así también pasó con los testimoniales, archivos y documentos de mecánicos, ingenieros, pilotos y personal que contribuyó a este proyecto de transporte.

¿Dónde quedaron los documentos, las fotos y demás objetos con los que se construyó nuestra historia aeronáutica? Solo algunos privilegiados han tenido acceso a estos materiales, gracias a ello no todo está perdido, este es el caso de América Vuela, que arroja luz sobre los hechos del pasado en materia aeronáutica y constituye una buena fuente de información. Sumado a este loable esfuerzo hay que mantener los ojos bien abiertos de lo que nos encontremos por ahí y tomar nota, una foto e indagar sobre lo que se nos presente. Tal vez así de chispazos en chispazos rescatemos nuestro pasado perdido.

Erik de Jesús Hernández D




[1] Contreras, Armado. Aviones abandonados en el AICM serán subastados. en http://www.aztecanoticias.com.mx/notas/mexico/23788/aviones-abandonados-en-el-aicm-seran-subastados.

[2] Ibíd.

2 comentarios:

EJHD dijo...

Actualización:

Desde las 05:30 a.m, se dio la noticia de que uno de estos aviones abandonados en el AICM, fue trasladado al municipio mexiquense de Ecatepec, donde continuará en servicio, solo que ahora como una biblioteca comunitaria, a pesar de lo molesto que las maniobras puedan resultar, este ejercicio rescata una aeronave inservible y la convierte en un espacio para la cultura y el conocimiento.
Ojalá sean más las instituciones y autoridades que se ocupen por dar a la aviación su espacio dentro de la cultura popular. Felicidades al municipio de Ecatepec.

Anónimo dijo...

Veo que tu pagina no se actualizo en mucho tiempo.....
pero me gustaria saber que paso con el DC-3 que llego
de Guadalajara al aeropuerto de Atizapan........

Saludos